Capítulo 36: "...el amanecer de la princesa Calabacita y los pájaros sabios..." de Ricardo Ramírez Corona, del libro “El honor de vivir tu brillo abrazado de tu mano… y que sigas brillando” 2a edición ©, México, 2025. Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra.

...entre lenguajes que se entiende, los consejos vibran en la misma frecuencia...
“El sol comenzaba a asomarse sobre el horizonte, tiñendo el cielo de tonos dorados y rosados que se reflejaban en las aguas tranquilas del lago cercano al castillo. La princesa Calabacita despertó con el suave canto de los pájaros, que parecían llamarla desde las ramas de los árboles centenarios que rodeaban su jardín. Se levantó de su lecho, vistió un sencillo vestido de seda y salió al balcón, donde el aire fresco de la mañana acariciaba su rostro.
El bosque se extendía ante sus ojos como un mar infinito de verdes y dorados. Los robles y los sauces mecían sus hojas al compás de la brisa, mientras los pájaros revoloteaban de un lado a otro, trazando figuras en el cielo. Calabacita bajó al jardín, donde un colibrí de plumas iridiscentes la esperaba. "Buenos días, princesa", trinó el pequeño pájaro. "Hoy es un día perfecto para escuchar los consejos del viento y aprender de los secretos del bosque".
Calabacita sonrió y siguió al colibrí por un sendero cubierto de plantas y árboles. A su paso, los animales del bosque la saludaban: mariposas de colores brillantes, abejas zumbando entre las flores y un halcón majestuoso que planeaba en círculos sobre su cabeza. Pronto llegó a un claro donde un viejo roble se alzaba imponente. En sus ramas, un grupo de pájaros de diferentes especies se reunió para hablar con ella.
"Princesa", comenzó un cuervo de voz grave, "has de saber que la sabiduría no siempre se encuentra en los libros, sino en la observación de la naturaleza". Un ruiseñor añadió con voz melodiosa: "Y recuerda que, aunque los días sean oscuros, siempre habrá una canción que ilumine tu corazón".
Calabacita escuchaba atentamente, sintiendo que cada palabra de los pájaros llenaba su espíritu de calma y claridad.
El día transcurrió entre risas y aprendizajes. Los pájaros le mostraron cómo las hormigas trabajaban en equipo, cómo las abejas construían sus panales con precisión y cómo los ciervos corrían libres por los campos. Cada lección era un recordatorio de que, aunque su vida en el castillo estuviera llena de responsabilidades, siempre podía encontrar alegría en las pequeñas cosas.
Cuando el sol comenzó a ocultarse tras las montañas, pintando el cielo de tonos morados y anaranjados, los pájaros se reunieron alrededor de Calabacita para despedirse. "Es hora de descansar, princesa", dijo el colibrí. "Mañana será otro día lleno de maravillas". Calabacita asintió, agradecida, y regresó al castillo mientras los pájaros entonaban una última canción que se mezclaba con el susurro de las hojas.
En su habitación, la princesa se acostó y cerró los ojos, sintiendo el eco de los consejos de sus amigos alados en su mente. Mientras el bosque se sumía en la tranquilidad de la noche, Calabacita sonrió, sabiendo que, al amanecer, los pájaros estarían allí nuevamente para guiarla. Y así, bajo el manto de estrellas, todos durmieron en paz"
Tiempo de elaboración: Mientras te alistabas para dormir y yo preparaba tu cuento para leerte antes de dormir.
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