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Capítulo 37: "...la compañera de mis sueños..."

Capítulo 37: "...la compañera de mis sueños ..." de Ricardo Ramírez Corona, del libro “El honor de vivir tu brillo abrazado de tu mano… y que sigas brillando” 2a edición ©, México, 2025. Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra.


...¿qué es un sueño que hace soñar a un soñador? Pregunta nada fácil de responder puntualmente, porque dependemos de un sueño, un soñador y una pasión que haga vibrar a ambos....

Había una vez, al principio de los tiempos, una idea que caminaba por el paisaje, y notablemente era una idea que no sabía que era una “idea”. Aunque parecería una idea sin propósito, en realidad no se preocupaba por ello, porque era una idea feliz viviendo en la neuma, donde lo único relevante para existir es declararse viva, a través de sentir o querer.


La idea transitaba por todo el paisaje de cada paraje, con cada movimiento sintiendo y manifestándose, inclinando la cabeza para conceder belleza o moverse de un lado al otro para encontrar nuevos momentos. La idea se blandía ante el paisaje y se asimilaba con vibrar del paisaje.


Algunas veces, asegurándose de incorporarse al paisaje y aparecer en primera fila de las fotografías, pero sin distraer la grandeza del momento escenográfico. Otras veces, siendo tan silenciosa al caminar que prácticamente flotaba y si es que acaso el piso era espinoso, no tenía contacto con las espinas.

Todo era lindo y agradable para la idea, pero tendría que crecer, evolucionar y tal vez madurar.

Pasó el tiempo, y esa idea se percató que requería un propósito si quería llegar a más personas, tener una esencia que pudiera contarse para poder ser un mensaje discreto, semilla sembrada pero poderosa para florecer en muchos bosques de ideas.


La idea planteo su propósito, sería “una idea que nació para contarse”, lo cual, requeriría un camino de estudio, en las letras, en la comunicación, en la energía y en integrar la modalidad de diferentes formas de contarse de acuerdo a cada público escuchante… sin duda, prepararse como idea de alto impacto capaz de conmover el conocimiento de las personas para ser comentada, recordada, evocada y aplicada a nuevas ideas.


Pasó el tiempo, y la idea se dio cuenta que haciendo acreditado la educación y graduarse, ya en plenitud de letras adecuadas, y preparada con un artilugio de formas de contarse, requería un humano para ser soñada.


Es ahí donde aparece nuestra princesa, la mujer más bella de la comarca y majestad reconocida por los pájaros que rendían pleitesía en dos momentos, al amanecer y un poco antes de iniciar el atardecer, y desde luego siempre presentes y silenciosos acompañando a la princesa en sus recorridos.


Regresando a la idea, por más preparada y letrada, descubrió que solo pudiera ser transmitida por un humano soñador, siendo el catalizador que llevara la idea a infundir y multiplicar sueños.


Fue en ese momento, cuando la idea observó como candidata ideal a la princesa, y esperó muy pacientemente a que la princesa tuviera un momento privado de silencio y de mente vacía, para poder hacerse presente y no tener que venderse a la princesa, sino que la princesa pensara que era una idea propia para volverse un mensaje más apasionado y poderoso, un mensaje de una soñadora capaz de desplegar y blandir sus sueños.


La idea fue muy intuitiva al pensar que la princesa era ideal, y la princesa también sabía que era ideal ser transductor de la idea para soñarla desde su pasión.


La princesa obtuvo una energía ilimitada al convertir su idea percibida como propia y llevarla a ser sus sueños para cada nuevo día. Las ideas no siempre son propias, pero basta con que se hagan propias para empezarlas a soñar.


Ahora bien, toda princesa tiene un príncipe que casualmente vivía en una comarca lejana porque había otras comarcas intermedias. Se comunicaban con nubes viajeras que se aseguraban de llegar integras. Por ejemplo, si el príncipe dibujaba un corazón en ellas, este llegaba íntegro a la princesa y la nube se desintegraba después de ser vista por la princesa. Por ejemplo, si la princesa respondía con un signo de interrogación, la nube viajaba y le ayudaba un poco al príncipe, porque al llegar al príncipe, en lugar de mostrar un desconcertante signo de interrogación solitario y destinado a extinguirse sin palabra, entonces se mostraba la nube como una manita que cuando era vista por el príncipe, se movía mostrando con el vaivén, el movimiento de señas sordomudas que indicaba “te hablan de la otra comarca, que vayas a responder, busca el último árbol con el acumulado de pasto recién podado y listo para que el camión de la composta se lo lleve”.


Sí, en efecto, la difícil vida del príncipe lo había llevado a la interpretación clara de lenguajes claros, cosa que no era originalmente clara para el príncipe, pero clara para cualquier persona del mundo que no fuera el príncipe.


Como sea, el príncipe también había aprendido a soñar y similar a los avatares de la princesa, ocurría que alguna idea, la hacía perceptualmente propia, la empoderaba y confiaba generalmente en la idea.


No obstante, aunque estaba la idea inicial y el príncipe soñaba las ideas, solía escuchar voces cercanas y no siempre recibía apoyo con las ideas. Dado que el príncipe era bastante sistemático, a veces de escuchar puntos de vista no favorables, ante las legítimas dudas, las ideas y los sueños ya asociados, perdían fuerza dentro de sí mismo; la pasión que hace vibrar al sueño con el soñador, y esa fuerza para hacer brillar los sueños se iba menoscabando.


Mucho tenía que aprender el príncipe del esculpido y pulido de las ideas para cristalizar los sueños que invocan.


Pasó el tiempo, y se conocieron en una cena de alcurnia los príncipes de ambas comarcas, fue ahí donde empezó su amistad que con el paso de los meses fue creciendo.


Al conocerse durante esos meses iniciales, ambos disfrutaban largas charlas de las propias ideas, de su forma de ver la vida y de las ideas que disfrutaban. Claramente apasionados cada uno con sus sueños, en las charlas de ambos mostraban lo que consideraban el crisol de aquello que los hacía sentir plenos en vida.


Naturalmente, con el paso del tiempo, la princesa y el príncipe frecuentaban sus visitas y sus momentos de convivencia, convirtiéndose en novios y avanzando en los meses, siendo una pareja formal.


Justo al avanzar de los meses y de la compenetración de pareja, aparece lo más valioso de ambos como aportación, la aportación de los sueños y decisiones de armado de planes de vida en común donde los sueños conjuntos son una parte de la gasolina o energía que mueve a la nueva pareja a nuevos y eclécticos horizontes.


Pero a este punto… no dejemos olvidada la historia de vida de la idea que encontró propósito cuando decidió contarse a través de la habilidad de transducción de los soñadores, la princesa y el príncipe.


Toda vez, que la idea que había sembrado el sueño en el príncipe o la princesa, y daba sus primeras ramas de brote de sueño en cada uno de ellos, ahora tendría la doble labor de ganar fuerza si era parte de ambos, o de desaparecer al solo ser aceptada por uno de ellos, bajo el concepto de ideas compartidas y apoyadas en el centro de la pareja.


La idea tuvo momentos variopintos, algunos de grandeza y otros de destino incierto.


En ocasiones, momentos donde los sueños entre la princesa y el príncipe eran compartidos de forma apasionada, surgían nuevas ideas y un destino de alcances infinitos donde ambos se veían abrazados de la mano en el horizonte lejano.


Desde luego en otros momentos, los sueños de uno de los dos príncipes, era compartido en el centro de la pareja y no siempre aceptado, impulsado o apoyado, y lamentablemente cuando la idea y el sueño, no tenía el aval de ambos entonces no solo desaparecía de la pareja sino del príncipe que había aportado el sueño.


La historia de convivencia de los príncipes fue avanzando, pero no avanzaron solos, avanzaron acompañando sus ideas, y si sus sueños avanzaban en conjunto, entonces avanzaban como pareja.

Un buen día, el príncipe se preguntó reflexivamente “¿Soy el mismo príncipe que hace algunos años?” y la respuesta fue “no, no soy el mismo, dado que he incorporado sueños que hace años no existían y ahora son sueños vibrantes que me hacen vivir con propósito nuevo”.


Después de esa reflexión, llamó a la nube más cercana para enviar un mensaje a la princesa que en ese momento estaba en la comarca. La nube tomo nota y fue a entregar el mensaje que decía:


“Querida princesa, gracias por ser la compañera de mis sueños, ser la persona que ha escuchado mis propuestas de sueños personales y me ha visto desarrollándolos con pasión, pero principalmente, gracias por ayudarme a revalorar mis sueños en el conjunto de nosotros porque cuando me ayudas a afinar su propósito, inicialmente me siento extraño, pero luego me siento mejor de descubrir nuevos sueños que originalmente no tenía y lo más importante, me siento acompañado por ti en la cristalización de nuevas encomiendas que me propongo acompañado de tu mano. Gracias por se la compañera de mis sueños".


Tiempo de elaboración: Al ver deconstruir sueños y construirlos juntos.

 
 
 

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