Capítulo 31: "...a vuelta de coreo..." de Ricardo Ramírez Corona, del libro “El honor de vivir tu brillo abrazado de tu mano… y que sigas brillando” 2a edición ©, México, 2025. Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra.

...hace muchos, muchos años, no había telecomunicaciones instantáneas (bueno, sí existían efectivos sistemas como el télex y el telégrafo, pero nos referimos solo no eran de uso democratizado), por tanto, accesiblemente teníamos el efectivo correo postal para enviar cartas…
…viajaba una carta de ida, que tardaba varias semanas o meses en llegar de acuerdo al país o región… la señorita la recibía y considerando el rigor de familia de aquellas sociedades, generalmente se llevaba la carta, su valiosa carta, a un sitio especial, tal vez el parque o la recamara, para poder hacer el acto de lectura…
…la señorita pensaría, reflexionaría, vibraría cada palabra y luego, quizá una semana después, realizaría el acto de escritura de para contestar la carta, colocaría lacre y la carta o la contestación regresaría “a vuelta de correo”, con lo cual, ocurriría la misma secuencia para el emisor, posiblemente pretendientes…
…desde luego, si la pareja estaba en la misma ciudad, y salían a caminar con la señora madre de la señorita en medio, se buscaba intercambiar un libro para ahí pasar la carta, algunas veces, otras se buscaban emisarios…
“A usted señorita:
Similar a los dichos del cantautor Roberto Carlos, me considero de esos amantes a la antigua y posiblemente de los pocos románticos que quedan.
Buscaremos un hermoso ramo de flores o un arreglo, pero no será el que yo seleccioné, sino que amaré ver la forma de ejercer su libertad de elección, porque esa expresión facial donde usted decide, la hace inmensamente feliz, y yo soy feliz en la cercanía de verla feliz.
…las flores serán una carta de ida, un envío de mensajes de interés por la señorita… y “a vuelta de correo”, usted retornará su felicidad por elegir… difícil ser elusiva frente a las flores, porque confesarán sus pupilas…
—¿Desea un paseo por la acera a ritmo de enamorados? —exclamé con dubitativa y determinación.
»Si acaso caen algunas gotas de lluvia que puedan despeinar su peinado perfecto, tengo “a vuelta de correo” y para usted un paraguas que acercará nuestras mejillas y sí, esa cercanía nos hará reflexionar sobre los sueños de amor.
—Sí deseo caminar a su lado, pero su mano marcara el paso de caminata para mantenernos en sincronía de escucha y deseo —respondiste en tu calidad de señorita hermosa de peinado perfecto, mientras clavabas el tacón de la zapatilla y girabas para encontrar mi rostro, y recibir “a vuelta de correo”, mi mirada de parpadeo demorado para ti.
»Me gustaría agregar y manifestar que no hay lugar sin encontrar la presencia de tu amor.
—Me gustaría agregar también que me siento muy cómodo a tu lado, eres mi persona favorita, y te encuentro a cada momento, siendo evocada para aparecer en la impronta de mis pensamientos —respondí diligentemente a mi princesa del peinado perfecto—. Amor de presencia del que no puede esconderse porque “a vuelta de correo” siempre te encuentro y mi expresión derretida da acuse de recibo.
» Mire allá princesa, una parvada de pajaritos nos acompaña en este maravilloso día a su lado, es posible que la vieran feliz y quisieran venir a saludarla.
En ese momento, como si fuera un mensaje enviado a la parvada de pajaritos, se separó un par de pajaritos y aterrizó frente a nosotros, sí, “a vuelta de correo” habían pasado a agradecer el paso de nosotros dos enamorados.
De pronto, de la lontananza apareció un halcón peregrino ectópico, sí, también nosotros nos sorprendimos, y solo unos instantes tocó el suelo para regresar a las alturas desplegando sus alas. Un instante después, “a vuelta de correo”, buscaste en tu teléfono el significado del mensaje de encontrarse un halcón peregrino ¡Albricias mensajeras de buena ventura!
—Parece que el sol ha dejado de dar calor, ¿desea usted aceptar mi saco para proteger su espalda del frío que se avecina? —manifesté esperando que bajara más la temperatura—. Bueno, si no lo sabe ahora, puede indicarme en cualquier momento y recibirá “a vuelta de correo”, mi saco cubriendo sus hombros mientras yo mismo coloco el saco sin dejar de mirarla a los ojos y “a vuelta de correo”, trataré de confesar sus pupilas que se sientan arropadas de amor que se interesa en usted.
El clima se sintió invocado y respondió “a vuelta de correo”, bajando un poco más la temperatura y seguido de un poco de aire fresco.
En nuestro caminar de paso de enamorados hicimos una pausa, me coloqué frente a ti, te miré a los ojos mientras me quitaba el saco para colocarlo en tu espalda para proteger a mi princesa.
Mis manos colocaron el saco sin error, considerando que la colocación del saco era una conveniente oportunidad para apreciar de cerca tu mirada de amor.
Ya no recuerdo el tiempo que demoré en la colocación del saco, pero lo que sí sé, es que miré el contorno de tu peinado, y sí, lo hice con toda calma y detalle.
Luego entonces, “a vuelta de correo”, eludiste la mirada directa y cambiaste el foco al lugar de mi corazón para sentir tus pupilas seguras de confesión, pero “a vuelta de correo” delataste un deseo de acuse de recibo para que tocara lentamente tu rostro.
—Sabe usted mi princesa hermosa, hoy su peinado es perfecto —manifesté en tono y cadencia de pretendiente—. Mientras tocaba ligeramente tu mentón para levantar su rostro y volver a enfocar la mirada directa entre nosotros.
»Sabe usted mi princesa amada, “a vuelta de correo” me gustaría ver completamente despeinado su peinado perfecto, y no, no tendré que despeinarlo con mis manos, porque será despeinado a razón de escribir en sus labios, lenta, muy lentamente y de forma reiterada, mi alegría por verla feliz eligiendo sus rosas, sabernos agradecidos por los pajaritos que asistieron a saludarla, un saco en sus hombros que, a vuelta de correo, nos supo a abrazo arropado… y lo más relevante, vivir su brillo abrazado de su mano”.
Tiempo de elaboración: El tiempo que esperé la vuelta de correo.
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