"...de manera enunciativa... casualmente..." de Richard R. Crown, que da igual a que libro pertenezca. México, 2021 © Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra.
...a veces existen demasiadas coincidencias...
Era de mañana, al entrar a la oficina, casualmente ella caminaba despacio para llegar al elevador y traía cargando, también casualmente dos vasos de café... cantidad suficiente para que no pudiera usar sus dedos para solicitar el elevador.
Casualmente, después de ella venía él, un poco más atrás pero vio la escena y caminó más rápido a su encuentro y aprovechar, casualmente, la enorme oportunidad de solicitar el elevador por ella. Y así ocurrió.
—Permítame ayudarle licenciada —exclamó él con voz impostada—. Va a su lugar seguramente déjeme seleccionar el destino.
—Sí —agradeció ella con voz alegre—. Justo voy allá, sin aclarar nunca el piso al que se dirigía.
En realidad eran pocos pisos, solo aprovecharon para hacer un silencio que significaba estrategia cuidadosa en el siguiente paso, pero mientras eso ocurría, decidieron que aprovecharían que el elevador solo le faltaba un piso, para mirarse a los ojos sin emitir palabra pero sedientos de ganas de mirarse.
—Le ayudo licenciada con un café para que le sea más fácil —él exclamo oportuno.
Notablemente, seguían cuidando cada palabra en el mínimo trayecto del elevador al escritorio de la licenciada, dónde desde luego, no había llegado ninguno de los compañeros de trabajo.
Ella dejó su vaso de café en la mesa, luego acomodó su bolsa para recibir el segundo vaso de café de las manos de él.
Él no quería retirarse tan rápido, era tal vez el mejor momento del día. Hizo una pausa y la miró fijamente.
—¿Sabe abogada? —dijo él con toda cadencia e inflexión vocal, y continuó—. De manera enunciativa, mas no limitativa, deseo que inicie muy bien su día y disfrute su café.
Entonces ella lo acercó jalando la corbata y lo besó así, sin exordio, sin previo aviso y un beso tan bien acomodado que no quedaba duda de la evidencia de la prueba.
—Sí, mi día ya empezó muy bien —dijo ella con voz sonriente mientras él todavía estaba atónito—. ¡Ah! y no olvides tu café, que tiene mi nombre escrito y el mío tiene tu nombre.
Y todo eso, casualmente.
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