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Foto del escritorRichard R. Crown

"El minuto de honor y gloria del reloj del parque"

..."El minuto de honor y gloria del reloj del parque" de Richard R. Crown, del nuevo libro "Nunca existieron nubes, nunca existieron estrellas, solo hubo soledades perversas" México, 2020 © Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra.


...hay minutos que tienen su evocación y recuerdo...



—Hola, vecino ¿puedo preguntarle un par de cosas? —dijo el anciano interceptando su paso.

...de vez en cuando se acercaba al reloj... similar a una llegada anticipada que espera llegar puntual a la cita...


...de forma casi inmediata se colocaba enfrente del reloj monumental del parque que dicho sea de paso, siempre tenía la hora mal colocada... encima de todo... la diferencia de minutos estaba considerada por él...


...sin importar el estado de ánimo, se ponía serio y reflexivo... sin quitar la vista del reloj y si era posible, en primera fila VIP en una banca cercana...


...de su parte, no hablaba con nadie y no se emitían sonidos en ese momento... solo escenografía musical de sonidos de niños en clase de combate en el auditorio cercano, el sonido de algunos ladridos de los perros, los pajaritos que arrullaban la meditación, onomatopeyas de apasionados besos enamorados cercanos y discusiones de parejas tratando de rescatar su relación o disfrutándola en las condiciones dadas....


...él, esperaba paciente la hora, como sabiendo su destino...


...el reloj llegaba al minuto establecido por él, llevaba sus manos al pecho y manteniéndolas ahí, brotaban sin parar lágrimas por chorros en expresión de profundo sentimiento que eclosionaba en forma de explosión sin control... mientras aferraba sus manos a su pecho como evitando que el corazón de saliera de su caja... pero dejando que su rostro se desencajara irreconocible como único testigo la fuente en frente de él... en la respiración ilustrativa de un ataque de ansiedad...


...a veces se demoraba más de un minuto, hasta siete y no más de ocho, el indicativo es cuando podía volver a respirar con un poco de normalidad...


...limpiaba el exceso de lágrimas, daba tres respiros largos y profundos y se alejaba para dónde el viento indicaba...


...un buen día, a terminar la rutina, se acercó un anciano que spi tenía la sabiduría de observación y le preguntó...


—Hola, vecino ¿puedo preguntarle un par de cosas? —dijo el anciano interceptando su paso—. Le digo vecino porque lo veo aquí de vez en cuando pero a esta misma hora.


—Sí, dígame —dijo él atendiendo al anciano y deteniendo su paso de huida.


—¿La amó con todo lo que tuvo a su alcance y dio lo mejor de usted? —preguntó el anciano.


—Sí —respondió él—. Así fue o es, depende el punto de vista.


—¿Por qué ese minuto particular en el que espera la hora? —dijo el anciano señalando el reloj del parque—. ¿Que tiene de particular ese reloj?.


—Significa mucho, es retórica coyuntural —dijo él preparando su explicación.


El reloj de este parque tiene la particularidad de cambiar de color y me evoca todos los colores que podía ver emanando de ella, desde luego también todos los colores que me hacía sentir. Los movimientos dispersos y aleatorios del agua en movimiento memorabiliza su pensamiento disperso y sus dudas. Dudas que tuve para mi durante el tiempo de un minuto, ese minuto que espero en el reloj. Ese minuto le guardo el honor de su atención, el grandísimo honor de su atención... y la gloria que todo buen hombre como yo se merece alguna vez en la vida... no es el minuto del reloj, es el honor y la gloria de su nombre y la memoria de su lugar... bueno, esa es una óptica, la otra óptica es que nunca existieron nubes, nunca existieron estrellas, solo hubo soledades perversas. Nos vemos pronto, fue un placer platicar con usted.

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