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“El vendedor de globos de Insurgentes Sur y Parroquia”

"…99 globos rojos inflados con el helio de las almas más puras, una sola intención, un solo destino, 98 manos de ayuda y un solo gracias integral a quien ya no puedes alcanzar…"


Escrito por Richard R. Crown... del libro "La sonrisa incólume que no procrastina saciar la sed de antojo" México, 2019 © Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra.

(p.d. ¡Claro que te extraño!, en mi mirada perdida que se arropa de silencio)



…¿el vendedor de globos rojos vendía globos?...

Hola corazón, ¿cansada de sortear el tránsito de la próxima llegada de los Reyes Magos?... ¿qué te parece si te cuento una historia de un vendedor de globos de Reyes Magos? ¡Ja! tomaré esa huida por un pedazo de rosca con la sección de azúcar que tanto te gusta como una respuesta afirmativa.


La historia se intitula "El vendedor de globos de Insurgentes Sur y Parroquia”.


Cuenta la historia que en la esquina de Insurgente Sur y Parroquia se encontraba un vendedor de globos. Sí ahí en la banqueta lo pueden encontrar, ¿quieren las coordenadas de gps?.

Ahí decidió instalarse. Con su tanque de helio y con una bolsa de 99 globos, aunque a decir verdad, sí era un vendedor de globos extraño por diversas razones.


Para empezar, como empresario no se veía muy experto, ¿a quién se le ocurre montar un puesto con tan poca oferta en días de tanta demanda?, ¿solo 99 globos?, ¿y solo eran rojos?, y a un costo tan bajo que parecía que solo sacaba el costo de la bolsa de globos y la renta del tanque de helio.

Adicionalmente, no gritaba “globos, globos!”, sino que esperaba a que se acercaran las personas. Más bien como si las personas lo eligieran a él y él respetara el libre albedrío de los compradores.

Además, la apariencia del vendedor era rara. Era más bien como si el vendedor fuera un ejecutivo de una empresa importante que pidió el día de vacación, disfrazado de sencillo porque se notaba como escondiendo su ego y mostrando su alma.

Bueno, como sea! Vendía globos!. Se acercaban los niños y adultos a comprar globos.


Tan, tan, vendió globos y ¡ya!, se acabó el cuento. ¡Jajajaja, corazón!, suspendiste comer tu pedazo de rosca con azúcar porque sabes que al cuento le falta el final. Ok, te cuento el final del cuento.


La historia narra que cuando se acercaban los niños a pedir un globo les decía “¡Muy bien!, ¡eres un buen niño!, ¡buena suerte! Eres muy afortunado de poder enviar una carta a los Reyes Magos… inflaré tu globo con el helio más puro de las almas puras y más agradecidas… mientras lo inflo dime, ¿qué es lo que es para ti lo más importante que deseas agradecer… con solo una palabra o frase bastará?"

Entonces, el niño decía su frase, el vendedor le entregaba el globo a cambio de $1 y sacaba de su bolsa una libreta en la que apuntaba el deseo de agradecer del niño.


Cuando eran adultos quienes comparaban el globo y sin niños a la redonda, el texto era “¡Muchas felicidades, son muy afortunados de que puedan llevar un globo para la carta de los niños!, Denme un momento para poder inflar un globo nuevo… ¿cuál sería su mayor deseo de agradecimiento en este momento de su vida que no tenga que ver con lo material?"

El vendedor se entretenía tardándose en inflar el globo cuando los adultos tenían que pensar un poco la respuesta.

Finalmente, los adultos recibían el globo en mano, a cambio recibía $7 y aunque le decían “que buen precio, en otro puesto de por allá costaban lo triple”. Y agradeciendo al vendedor, se apartaban del puesto con los globos que habían comprado.

El vendedor sacaba de su bolsa una libreta en la que apuntaba el deseo de agradecer de los adultos.


Tomó una noche de desvelo pero al final de la jornada llegó el último comprador y se llevó el último globo. Inmediatamente, el vendedor de globos, apuntó su libreta el último deseo y empezó a recoger las pocas cosas que conformaron su puesto esa noche.


¡De pronto!, después de caminar unos metros el último comprador se regresó con el vendedor de globos.


—¡Espera! No me puedo quedar con las ganas de preguntar. —Dijo el último comprador—. ¿Cuántos globos había en esa bolsa?, no vi más bolsas usadas, ¿el helio era especial?, ¿por qué apuntas en la libreta los deseos de agradecimiento de los niños y los compradores?, ¿por qué vendes globos que a todas luces no son negocio?, ¿por qué es que no pareces un vendedor de globos?, pasé por aquí varias veces y solo vi globos rojos, ¿por qué todos eran rojos? —atacó con preguntas al vendedor de globos.


El vendedor de globos, detuvo la mirada frente al último comprador.

—Eres muy observador y solo por eso te mereces todas las respuestas, no debe haber huecos de información —Expresó el vendedor de globos mientras tomaba aire para dar respuestas a las preguntas.


—En la bolsa había 99 globos porque correspondían a una intención que yo quise dar a través de 99 globos, por esa razón solo había 99 globos y una sola bolsa de intención, en realidad vendí 98, uno lo reservé para mí —Expresó sincerándose el vendedor de globos.


—El helio era helio como cualquier otro pero para mí era el helio que llevaba en la composición el agradecimiento más puro de las almas, para yo imaginar que esos globos llegarían hasta su más alto y sublime destino —Acotó el vendedor de globos.


—En efecto, no era un objetivo de hacer negocio, el objetivo era aprovechar que todos lanzan los globos para que a través de sus nobles intenciones fueran salvo conducto de 98 almas que me ayudaron hoy. Desde luego yo reservé un globo para yo lanzarlo y completar 99 globos rojos —Continuó el vendedor de globos ante la cara atónita del último comprador.


Yo apunté las 98 intenciones en la libreta para más tarde copiarlas en un mini trozo de papel que se sumaría a la intención número 99; es decir la mía —Explicó el vendedor de globos.


—Pero perdón que interrumpa ¿porque necesitaste los deseos de agradecimiento de otras personas?. —Interrumpió el último comprador ansioso.


— Querido amigo, tengo mucho que agradecer a una persona que ya no puedo alcanzar, nunca jamás la podré alcanzar pero que cuando pudo, me escuchó con todo su corazón inflado con su alma pura y ¿sabes?, es tanto lo que tengo que agradecer que mi creatividad es demasiado limitada. Por esa razón necesité 98 almas creativas que me ayudaran a dar un agradecimiento de forma integral. —Expresó el vendedor de globos mientras claramente la expresión de su cara se hacía más sincera y conmovida.


— Ah por cierto!, eran rojos porque la intención es de amor y el amor se agradece con amor — Continuó el vendedor de globos ante la sorpresiva cara del último comprador—. Ahora si me lo permites, voy a un lugar de espacio abierto a lanzar el globo número 99 con todas las intenciones —Dijo el vendedor de globos mientras se despedía del último comprador.


Cuenta la historia que el vendedor de globos llegó a un parque de espacio abierto que está ahí cerquita de la esquina de Insurgentes Sur y Parroquia.


El globo que había dejado para él era especial porque era más grande en tamaño, a sabiendas que tendría que cargar con su papelito de agradecimiento y los mini papelitos que contenían las intenciones de agradecimiento de los compradores de globos. Sin duda alguna, un globo rojo diseñado para volar, volar y volar lo más alto.


Al momento de soltar el cordel del globo para liberarlo expresó con su voz "Gracias por la atenta escucha que tuviste con tu corazón inflado de tu alma pura, por permitirme conocerte y convivir en nuestra coincidencia de vida. Gracias porque diste lo mejor de ti en el momento indicado y confiando en mi, me levantaste de tu mano cada vez que me sentías afectado"... y luego leyó la 98 intenciones de agradecimiento de los compradores. Cuando terminó la lectura, del globo no se podía ver de tan alto que había llegado.


Y como en este cuento no se vale llorar, cuenta la historia que la última escena del cuento es con el vendedor de globos cerrando la libreta que colocó con sus dos manos sobre el corazón, mientras miraba con la frente en alto al cielo viendo como el globo ya no se podía encontrar en el firmamento. Su rostro era sin lágrimas, su rostro era de agradecimiento convencido porque posiblemente, muy posiblemente, tal vez, ya se encontraba en la última de las cinco etapas del duelo, la aceptación.


Ahora sí corazón, aquí acaba la historia de "El vendedor de globos de Insurgentes Sur y Parroquia”.


Tiempo de elaboración: La noche de hoy en 19°22'18.8"N 99°10'45.7"W.


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